En lo que se constituyó en una semifinal, Pace superó a Pizarro por dos washari. El perdedor, a medida que avanzaba en los combates, y, ante la inminencia de convertirse en posible campeón, fue presa de sus nervios. Esta circunstancia atentó contra ese anhelo. Y se llegó al epílogo. Pace, tenía que continuar en el tatami. Se dispuso 3 minutos de descanso. Cumplido el plazo se llegó a la confrontación final. Ernesto García Maañón, de mayor y talla, acosó de inmediato a Pace. Sin embargo, cumplido medio minuto, éste logró un washari de impecable factura que mereció el aplauso unánime del público. García Maañón, superado en técnica por su rival, redobló su impulso arrojando prácticamente a Pace fuera de los límites del tatami. Fue entonces cuando se escuchó al sensei de la escuela Shito Ryu, Isamu Hamamoto, instruir a su pupilo Pace, que no retroceda ante el avance del rival.
Esto no varió el cuadro, ya que de inmediato García Maañón obtuvo un washari, poniendo paridad al encuentro.
Se cumplió el plazo de 3 minutos previsto. Y habría que consagrar un campeón argentino. Fue cuando se dispuso reanudar la lucha con dos minutos más. El factor psicológico estaba desempeñando su rol y Pace cedió en su accionar casi felino, circunstancia que supo capitalizar García Maañón, para lograr un washari y ponerse en ventaja para poder llegar triunfal a la meta. No fue así, Pace sacó a relucir la técnica depurada que siempre lo caracterizó y manejando sus piernas con envidiable acierto, conquistó un washari que provocó exclamación en la tribuna. Otra vez paridad en el puntaje y expectación no desprovista de emoción entre el público.
Donde hubo desconcierto. El reglamento no preveía un empate. Tampoco entraba en el razonamiento volver a prolongar la lucha. Sin embargo se adoptó este último temperamento y se entró a dos minutos más de combate. García Maañón, evidentemente extenuado, apeló a su mayor físico, y prácticamente se abalanzó sobre Pace, este lo contuvo apremiado y con un ashibarai desdibujó a su rival que cayó como producto de esa acción. Faltaba un minuto para el epilogo.
Pace tenía imaginación. En una sucesión de intercambio con buenos bloques de ambos contrincantes, nuevamente sus piernas fueron factor de su positividad. Colocó un washari de buena factura. Pero su rival aunque muy cansado no cedió y logró ubicar su washari empatando la lucha. Ya más entonado, García Maañón acosó a su rival, y éste, retrocediendo, logró afirmarse llegando con un mawashigeri, que fue de una estructura técnica pocas veces vista en combates librados en la argentina. El juez Hiroshi Oshima, sentenció WASHARI, pero otro juez, no coincidió.
Y allí cumplidos los dos minutos, finalmente el combate. Se aplicó el criterio, de consagrar a dos campeones argentinos. Ha sido una experiencia. El reglamento será objeto de análisis.